TÁCTICA Y ESTRATEGIA

"Y si te falta una imagen quiero que me recuerdes así... con el viento en las velas". (Andrés Calamaro).

Aunque me produzca una sensación similar a la que me provoca recordar que en mi fiesta de 15 había una figura de hielo con las iniciales de mi nombre, debo reconocer que fui una de las tantas adolescentes que se aprendió de memoria el poema "Táctica y Estrategia" de Mario Benedetti, entre otros.

Lo dediqué mil veces como si fuera la primera pero me he tardado años entendiendo que al final todo se reduce a esa "estrategia más profunda y más simple" del epílogo... "mi estrategia es en cambio más profunda y más simple... mi estrategia es que un día cualquiera, no sé cómo ni sé con qué pretexto, por fin me necesites".

Sin embargo falla el poeta uruguayo al calificar de "simple" semejante proeza que para ser llevada a feliz término requiere de la aplicación de innumerables estrategias más en las que la fuerza de voluntad y las aptitudes (también actitudes) histriónicas se combinan de manera asombrosa, dando paso a eternos monólogos que permanentemente cuestionan acciones inmediatamente anteriores... "¿habré usado las palabras precisas?... esas que no queman al santo pero tampoco lo dejan sumido en la oscuridad... en resumen... ¿le habré parecido muy intensa?... ¿cuántos días debería esperar para llamarla de nuevo?... no, más bien espero hasta que ella me llame...".

Y cuando "ella" llama, tras un cruce de palabras torpes, cargadas de adrenalina, sudor en las manos, latidos que probablemente se oyen al otro lado del teléfono... la estrategia se ha ido a la mierda...

"¿Cómo hacer que vos me necesites después de semejante muestra de vulnerabilidad?... vos, la encarnación de la mujer posmoderna, fuerte, decidida y sobre todo independiente... ¿podrías llegar a necesitarme a mi que con sólo imaginarte pierdo el sentido de la orientación?... mejor no te llamo hoy tampoco... prefiero no pasar de nuevo por ahí... obligarme a la eficiencia... evitar la distracción... suficiente tengo con los diálogos interminables que tenemos vos y yo mientras YO miro a través de la ventana del bus... esos diálogos en los que por fin vos me necesitás...".

Y aún así, tras un eterno día de por medio en el que el freno de mano ha sido protagonista evitando la marcada del último de los números que me llevarían de nuevo a oír su voz, ella vuelve y llama... y la adrenalina sigue y el sudor en las manos sigue y la torpeza aumenta... la relación entre el paso del tiempo y el grado de estupidez al que ella me lleva es directamente proporcional...

Finalmente mi estrategia se convierte en algo realmente simple... ocultar esos estados, maquillarlos...

"Que me necesites ya no es una estrategia... es mi mayor necesidad....".

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